Gonzalo es infeliz en su relación con Valeria y un día decide hablar con ella para poner el punto y final.
Pero Valeria, muy lagarta ella, no está de acuerdo. Decide fingirse embarazada para atrapar al muchacho, aunque para ello tenga que chantajear a su amiga ginecóloga para que ésta le dé las pruebas que necesita.
Y así es como, una vez más, la maldad y el egoísmo se disfrazan de amor.
Predestinados
¡Qué coraje! Soy yo Gonzalo y, con ecografías o sin ellas, la dejo sin mí. No me merece nada, nada…