Quieres que esa persona te dé la oportunidad de conocerla mejor. No te atreves a preguntarle a la cara si saldría a tomarse un café contigo. Temes que te traicionen los nervios o que él/ella te rechace sin contemplaciones.
Pedirle una cita por teléfono también te suena riesgoso. Puede pasar lo mismo.
Así llegas a la opción del e-mail o del mensaje de texto. Quizás te cueste trabajo escribirlo, pero él/ella al leerlo no verá tus nervios y, si te rechaza, tampoco estarás tú ahí para sufrirlo.
Ponte en su lugar. Si sospechas que esa persona puede estar interesada en ti, le va a saber mejor una petición cara a cara. Pero pongamos que no lo tienes tan claro. O, peor aun, que todo apunta a que va a negarse a salir contigo.
Sé breve. Al redactar el e-mail no te enrolles con una perorata que no haya quien se la trague. Puedes mencionar alguna conversación que hayas tenido con él/ella, por ejemplo. Pero no te entretengas con parrafadas sobre tu universo sentimental.
Sé claro/a. Pregúntale si tiene pareja y, si no es así, dile directamente que te interesa conocerla/lo mejor. Pregúntale si quiere salir contigo a tomar algo… y ya. Así, conciso y sin marear la perdiz.
Prepárate para su respuesta. Si no te contesta y tú sabes que lo más probable es que haya recibido el mensaje, puedes deducir que él/ella no está interesado/a.
Aun así, si te preocupa que no haya leído el mensaje, puedes preguntárselo en persona. (Quizás es más sencillo que pedirle una cita directamente.)
Como opción de cortejo, el e-mail es un poco frío y desangelado. Pero, si en tu caso no se te ocurre una alternativa mejor, usa ésta. Después de todo, es preferible que le preguntes a que te quedes con esa inquietud, ¿o no?