Desafortunadamente, es una experiencia conocida. Comienza una relación con entusiasmo y éste va desvaneciéndose lentamente. Un día, la pareja cae en la cuenta: ¿Qué nos ha sucedido?
Repasemos algunas causas frecuentes por las que una relación se enfría. Tal vez esto nos sirva para identificar nuestro caso o para prevenir el desgaste de la relación.
• La falta de experiencias compartidas.
La rutina se instala. Cada cual se ocupa de sus responsabilidades y así van pasando los días, uno tras otro.
Van disminuyendo las citas especiales que celebrar en pareja, las sorpresas o los proyectos divertidos que eran sólo de los dos.
• La pérdida de identidad personal.
Curiosamente puede darse con el anterior. Dos personas, que antes tenían intereses individuales, ahora tienen una única identidad.
Es positivo que se compartan objetivos y prioridades, siempre que quede un espacio para que cada uno siga siendo un individuo, con sus amigos, sus aficiones y esos rasgos únicos, que fueron los que atrajeron a su pareja al comenzar la relación.
Al estar los dos “en un sólo ser”, esos rasgos ya no son tan visibles.
• El descuido en los hábitos.
Uno de los dos (o ambos) se “descuida”. Quizás, al sentirse cómodo en la relación, deje de practicar ejercicio o de cuidar su alimentación.
Al principio, el otro miembro de la pareja quizás no le da importancia o trata de que el “descuidado” siga sintiéndose querido. Pero puede ocurrir que, con el tiempo, la atracción física ya no sea la de antes.
• El deterioro de la comunicación.
Las conversaciones de la pareja evolucionan. Antes hablaban del futuro, hacían planes o se expresaban lo mucho que se querían. Últimamente, sólo hablan de problemas.
Quizás, uno de los dos se canse de escuchar las quejas o las opiniones del otro y decida hacer oídos sordos, lo que empeora aún más el asunto y acelera el deterioro.